martes, 28 de septiembre de 2010

Manzana podrida

Y bueno hoy me siento con ganas de repartir hostias. Resulta que recientemente me a tocado afrontar los que comúnmente llamamos "realidad", donde en un mundo bastante ácido las cosas buenas les tocan a los que saben con quien hablar.

Estoy decepcionada, decepcionada de una realidad donde la mediocridad se premia con apariciones en revistas, menciones honoríficas y puestos laborales. Todo esto por lamer.. los zapatos correctos. Honestamente no puedo creer como el descaro alcanza las proporciones épicas que he observado, como se alaban entre si, como este tipo de persona busca a semejantes para retro alimentar su ya de por si engordado ego.

Las evidencias saltan a la vista: un antes y un después notoriamente carcomido lentamente por los intereses personales, por la ventaja. Ahí donde la herida duele, ver como un mundo alguna vez bello se corroe desde adentro. Unos pocos intentan hacer las cosas bien, pero son ignorados (en el mejor de los casos) o incluso marcados, al no cooperar con esta mentalidad basura se les tacha de rebeldes, de ilusos, soñadores, idealistas e inmaduros.

Algo sí son... soñadores de una causa perdida, con la única satisfacción de que tienen la razón, pero con la desazón de que aún así nadie prestará oídos a sus palabras. Me solidarizo con estos soñadores quienes no lograran cambiar las cosas, está muerto por dentro y nadie puede arreglar algo así habiendo tantos beneficios personales detrás.

Que pena da ver como la inocencia de creer que algo bien hecho puede superar cualquier obstáculo, cuan triste es ver como esa ilusión se derrumba ante el peso de un pez más grande que "por gusto" decidió destruir tu forma de ver el mundo.

Espero que mi antepasados (generación tras generación) alcancen para maldecir a este tipo de ser humano que se alimenta de esperanzas ajenas. Cuanto conocimiento, valor, talento o intelecto se ha perdido solo por no ser igual a los demás.

Aún así, de entre tanta mugre y aire viciado, los pocos que han podido levantarse por encima de todo tienen mi absoluto respeto: lograr llevarle la contrario al mundo, aunque sea por una vez, es una victoria moral incalculable. El placer de conseguir una migaja de felicidad no tiene descripción..!

Por ustedes brindo, y espero algún día alzar mi propia copa.